Cómo disfrutar de un brunch perfecto en casa
Esta práctica gastronómica anglosajona arrasa en los hogares. Es un éxito consolidado para reunirse entorno a la mesa y comer de una manera distendida e informal. Una cita para disfrutar de ricos preparados sin prisas. Cada vez son más los que se apuntan a organizar un brunch perfecto en casa con amigos como invitados. Divertido y relajado, es un plan delicioso para fines de semana caseros.
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Desayuno y comida de una sola vez
De origen inglés o norteamericano de finales del siglo XIX, esta práctica propia de la hostelería más cosmopolita se ha colado de lleno en las viviendas actuales como un acto social y culinario. Es una tendencia con un número de adeptos al alza porque permite organizar reuniones los sábados y los domingos con una cocina original como protagonista. Y además disfrutar de la compañía de los invitados con calma y libertad de horarios. Los más ortodoxos describen el brunch perfecto como una comida fuerte y variada a media mañana, una acertada fusión de desayuno (breakfast) y almuerzo (lunch) que regala experiencias gratificantes.
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Jornadas para repetir donde los anfitriones establecen una hora de convocatoria, normalmente entre las 12:00 y las 13:00 h. En cambio, el momento del día en que se acaba un brunch perfecto es libre, puede prolongarse hasta bien entrada la tarde si los comensales se encuentran a gusto y no tienen prisa. Sorprenderles con una pequeña carta de ricos cócteles puede formar parte del plan.
Un buffet de profesional
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Todo brunch perfecto se rige por ciertas normas para ser fiel a su espíritu. Como el hecho de que la jornada tenga un concepto muy take it easy. Para ello lo más cómodo y habitual suele ser preparar una mesa en plan buffet, disponiendo en ella todos los alimentos y bebidas con un gran sentido estético. Es importantísimo presentarlos como si también tuvieran una misión decorativa que cumplir: agrupados por colores, servidos sobre fuentes muy vistosas, apilados, etc. La idea es sorprender a los invitados al ver la mesa, notar que han quedado rendidos ante el montaje, sin olvidar que todos los preparados deben estar fáciles de alcanzar, y listos para degustar en el momento y orden que deseen. Casi casi como el de un hotel pero con un toque personal.
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Un brunch perfecto no requiere un despliegue de alimentos difíciles de encontrar en el mercado ni grandes complicaciones en la confección de los platos. Sus recetas pueden ser fáciles de elaborar unas horas antes de iniciarse la reunión, a base de ingredientes muy distintos en sabores. Porque otra de sus máximas es ofrecer una gran variedad de platos dulces y salados, identificables con el desayuno y el almuerzo, junto con fruta fresca y bebidas calientes.
Lo que no puede faltar
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Hay ciertos alimentos que no pueden faltar en un brunch perfecto. Dan sentido a su propuesta y todos cumplen un papel. Los huevos en infinitas versiones: escalfados, fritos, cocidos o revueltos con baicon, al estilo americano y británico. El pan es otro imprescindible, será el acompañante de productos que también son un clásico de esta reunión gastronómica: quesos, embutidos, patés y salchichas servidos en tablas de madera…. Lo más acertado es preparar un variado surtido de panecillos de todo tipo. Las verduras y las ensaladas deben cerrar el capítulo de los platos salados, sin olvidar hierbas aromáticas, exóticas sales y ricos aceites para aderezarlos al gusto. Y como broche fruta fresca y, a ser posible, de temporada.
Las propuestas dulces son igual de importantes en todo brunch perfecto: crujientes cruasanes, gofres y tortitas calientes elaboradas a base de harinas originales que sorprenderán, como la de castaña. Incluso los pasteles y la repostería tienen cabida si los invitados son especialmente golosos. Atención a las bebidas, la principal norma será ofrecer todo aquello que maride bien con los platos presentados: leche, zumos naturales y recién exprimidos, agua refrescante con unas rodajas de lima, infusiones, vino, cerveza e incluso champán para dar por concluida la reunión. Hasta la próxima convocatoria.