Los beneficios emocionales de cocinar hoy en día
La felicidad en un hogar puede encontrarse de muchas maneras. Y cocinar o colaborar en la preparación de los menús es uno de ellos. Psicólogos y terapeutas humanistas hablan de los beneficios emocionales de cocinar y consideran su espacio doméstico como un ambiente idóneo donde poner a raya el estrés de la vida frenética, fomentar sentimientos positivos y mucho más.

Colaborativos, relajados y felices

Desconectar y plantar cara al ritmo de la gran ciudad es uno de los principales beneficios emocionales de cocinar. Y su entorno propicia relajarse cuando se piensa en dicha actividad como una tarea entretenida, probablemente bastante alejada de nuestras actividades laborales diarias. Además, es un momento de oro para estrechar vínculos afectivos con el resto de los miembros que habitan en la casa. El trabajo en equipo que suele implicar preparar comidas y cenas a diario refuerza el espíritu colaborativo cada vez más imperante en la vida cotidiana de las viviendas contemporáneas. Como un reflejo de otros ámbitos de la sociedad actual donde las actividades compartidas son una nueva forma de relacionarse y trabajar.
Dentro de los beneficios emocionales de cocinar también se habla de su capacidad para favorecer estados de ánimo positivos. Siempre que nos atrevamos a realizar ciertos cambios en la alimentación habitual. Uno de ellos puede consistir en reforzar en la dieta hogareña alimentos con buenos niveles de triptófano: un aminoácido que ayuda a mejorar el estado de ánimo, pues es un precursor de la serotonina, la llamada hormona de la felicidad. Desde huevos a lácteos y carnes de aves como el pollo y el pavo son un adecuado punto de partida para iniciar esta mejora.
Sí a una alimentación más consciente

Otros de los beneficios emocionales de cocinar que apuntan psicólogos y expertos en coaching es el crecimiento personal que es posible llegar a experimentar cuando nos colgamos el delantal dispuestos a elaborar menús ricos y saludables. Atreverse a ser creativos, a investigar en busca de preparados más personalizados es un ejercicio sano para ganar autoestima, que de paso permitirá mejorar en psicomotricidad y precisión a la hora de trabajar con los ingredientes de las recetas. Y ligado a todo ello desarrollar una mayor capacidad de concentración, paciencia y frustración ante sorpresas que no nos dejan satisfechos.
En otras ocasiones los beneficios emocionales de cocinar pueden ir directamente asociados al aprendizaje de un nuevo concepto a la hora de comer que entronca con la tradición budista. Comenzar a practicar en nuestro estilo de vida doméstica una alimentación consciente, y dejar atrás la compulsiva o mecánica que suele predominar. Es decir, prestar una atención total sobre lo que comemos y cómo lo comemos. Tomar consciencia de los productos que ingerimos, qué pensamientos nos producen y qué sensaciones nos despiertan: al tacto, al olfato, a la vista…. Y, por supuesto, al gusto.

Practicar el concepto psicológico Mindful Eating signifca disfrutar y estar presentes en cada experiencia que supone deleitarse con las recetas elaboradas en la cocina de casa. Sentirla al degustarla, en definitiva, apreciar cuánta felicidad es capaz de generar el simple placer de comer saboreándola en cada momento presente.